Introducción
La soja [Glycine max (L) Merr.], es un cultivo susceptible a un gran número de patógenos que causan graves daños a plántulas y raíces. Muchos de estos patógenos pueden afectar el cultivo en pre y pos emergencia. Las semillas infectadas antes o durante la germinación muestran una pudrición húmeda o seca dependiendo del patógeno; aquellas que llegan a germinar, muestran raíces poco desarrolladas y decoloradas. Las plántulas afectadas que llegan a emerger muestran el hipocotíleo en forma de gancho amarronado, éste amarronamiento también puede verse en los cotiledones. Entre estos patógenos se encuentra Macrophomina phaseolina, un hongo considerado habitante natural del suelo, agente causal de la enfermedad conocida comúnmente como pudrición carbonosa de la soja, enfermedad de importancia económica, debido a que infecta a más de 500 especies de plantas en todo el mundo incluido los cultivos agronómicos, frutas, legumbres y árboles., afectando al cultivo cuando el crecimiento de las plantas se ve retardado por condiciones climáticas cálidas y secas durante períodos prolongados.
Desarrollo de la enfermedad
El hongo sobrevive como microesclerocios (diminutas estructuras de invernación) en el suelo y en los restos vegetales infectados (Figura 1), estos microesclerocios actúan como fuente de inóculo primario y puede persistir en el suelo durante unos 15 años, pudiendo ser transmitido también por semillas. La planta de soja es infectada cuando las raíces entran en contacto o crecen cerca de los microesclerocios. Por lo general la germinación de estas estructuras ocurre con frecuencia en un rango de temperatura de 28 – 35 °C. Después de la infección, el hongo crece dentro de la raíz y el tallo, y empieza a interferir con la función normal de la planta de transportar agua y nutrientes a las hojas, causando los síntomas comunes de la enfermedad (marchitamiento y muerte prematura de las hojas). Estos microesclerocios negros dan a los tejidos de la parte inferior del tallo y raíz principal una apariencia similar a carbón. Después de la muerte de la planta, la colonización por micelios y la formación de microesclerocios en el tejido del huésped continúa hasta que los tejidos se secan, es ahí cuando los microesclerocios son liberados al suelo y el ciclo continúa.
Figura 1. Ciclo de la enfermedad causada por Macrophomina phaseolina. Fuente: Programa de Manejo Integrado de Plagas de la Universidad Estatal de Iowa (doi:10.1093/jipm/pmw020).
Síntomas y Signos
Macrophomina phaseolina es capaz de infectar a la soja en cualquier etapa de crecimiento, desde las etapas vegetativas tempranas (emergencia), pero los síntomas generalmente no se observan hasta las etapas de crecimiento R5 a R7.
Los síntomas tempranos incluyen hojas amarillas, vigor reducido, coloración marrón a rojo en raíces y tallos tornándose oscuras (marrón a negro) después de varios días, y una apariencia general de marchitamiento. Los síntomas foliares tardíos incluyen senescencia prematura, marchitamiento y muerte prematura de las plantas (Figura 2) Las plantas que mueren prematuramente debido a la pudrición carbonosa mantendrán las hojas adheridas al pecíolo y los tejidos del tallo mostraran el crecimiento de numerosos microsclerocios (Figura 3). Los síntomas pueden ser más pronunciados en años con altas temperaturas y baja humedad del suelo.
Figura 2. Síntomas foliares de la pudrición carbonosa en la soja.
Figura 3. Numerosos microesclerocios visibles debajo de la epidermis de la raíz y tallo.
Manejo de la enfermedad
Aunque se han venido realizando innumerables estudios para mejorar las estrategias de manejo para la enfermedad, actualmente, los agricultores tienen pocas opciones para minimizar el daño causado por la enfermedad. Entre las prácticas de manejo estudiadas podemos citar: rotación de cultivos, labranza, irrigación, fertilización, manejo de malezas, fungicidas, control biológico, selección de cultivares. Sin embargo, con las pocas opciones disponibles para que los agricultores manejen la pudrición carbonosa y la poca eficiencia de los mismos, la mayoría de las investigaciones se han centrado en el desarrollo de resistencia genética a la pudrición carbonosa. Estos estudios incluyen el desarrollo de métodos eficientes y confiables para caracterizar la resistencia, así como el desarrollo de cultivares resistentes. Aunque en la actualidad solo se dispone de cultivares moderadamente resistentes, se ha logrado un progreso significativo para comprender mejor la resistencia genética detrás de la pudrición carbonosa. En los últimos años, dentro del Programa de Mejoramiento genético del IPTA (Proyecto IPTA-INBIO) se han venido realizado muchos estudios bajo condiciones controladas y de campo para seleccionar cultivares resistentes a esta enfermedad, apenas en la zafra 2017-2018 se estudiaron más de 1400 genotipos de soja, de estos genotipos, 218 se identificaron con resistencia a la pudrición, los cuales se volverán a estudiar su comportamiento ante esta enfermedad durante la zafra 2018-2019.
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